Según queda recogido en la Carta de Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad es ante todo responsable de los asuntos relativos al mantenimiento de la paz y la seguridad; la Asamblea General tiene sólo una autoridad residual. Los artículos 33 a 38 de la Carta autorizan al Consejo para instar a naciones en conflicto a que resuelvan sus diferencias por medios pacíficos, como, por ejemplo, las negociaciones, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje y la vía legal. Al desempeñar esta responsabilidad, el Consejo puede nombrar representantes o crear comités especiales que investiguen las disputas y recomienden alternativas de solución.
Cuando el Consejo determina que una disputa representa una amenaza para la paz, puede, cumpliendo los artículos 39 a 51, aplicar sus recomendaciones, ya sea por medios no militares, como las sanciones económicas y diplomáticas, o por la utilización de fuerzas militares. Ésta es la única ocasión en la que la Carta autoriza una acción coercitiva. Esta acción está sujeta al voto unánime de los cinco miembros permanentes del Consejo, con lo que pone de relieve la importancia del derecho de veto de las grandes potencias en temas fundamentales. La acción militar también se ve sujeta a la disponibilidad de fuerzas armadas, condición que ha resultado difícil de cumplir.
Cuando el Consejo determina que una disputa representa una amenaza para la paz, puede, cumpliendo los artículos 39 a 51, aplicar sus recomendaciones, ya sea por medios no militares, como las sanciones económicas y diplomáticas, o por la utilización de fuerzas militares. Ésta es la única ocasión en la que la Carta autoriza una acción coercitiva. Esta acción está sujeta al voto unánime de los cinco miembros permanentes del Consejo, con lo que pone de relieve la importancia del derecho de veto de las grandes potencias en temas fundamentales. La acción militar también se ve sujeta a la disponibilidad de fuerzas armadas, condición que ha resultado difícil de cumplir.
Por último, según el artículo 26, el Consejo de Seguridad asume la responsabilidad de formular planes “para el establecimiento de un sistema de regulación de armamentos”. La Carta de la ONU concede menos importancia al control internacional de armas y al desarme como instrumentos para alcanzar la paz de lo que lo hizo el pacto de la Sociedad de Naciones. Debido a algunos sucesos ocurridos entre ambas guerras mundiales, muchos líderes llegaron a la conclusión de que la paz sólo podía lograrse a través de la cooperación de las principales potencias, que habrían de actuar, en palabras de Roosevelt, como “policías del mundo”. Esta idea está incorporada en el requisito de unanimidad de las grandes potencias, a la vez que explica por qué se ha llamado a la Carta sistema de seguridad colectiva “limitada”, ya que no se puede emprender una acción coercitiva en contra de la voluntad de un país que tiene un puesto permanente en el Consejo.
IMPACTO DE LA GUERRA FRIA: Poco después de la II Guerra Mundial y de la fundación de la ONU, la cooperación política entre las principales potencias —en especial entre Estados Unidos y la URSS— se rompió, y se inició el periodo de la Guerra fría. Como los intereses estadounidenses y soviéticos chocaban, la capacidad de la ONU para mantener la paz se vio seriamente limitada.
Según el artículo 43 de la Carta, el Consejo de Seguridad debía negociar acuerdos con los estados miembros para conseguir unidades militares que pudieran permitir la aplicación de sus decisiones. Las negociaciones, iniciadas en 1946, pronto alcanzaron un punto muerto en lo relativo a las cuestiones del tamaño, composición y establecimiento de las fuerzas militares. Estados Unidos propuso que cada miembro permanente del Consejo proporcionase tropas especializadas. Los estadounidenses aportarían, por ejemplo, unidades de aviación, los británicos unidades navales y los soviéticos tropas de tierra. Sin embargo, la URSS abogó por la igualdad, con lo que cada país enviaría igual número de tropas. Estas diferencias nunca se solucionaron.
Un estancamiento similar se produjo en la Comisión de la Organización de las Naciones Unidas para la Energía Atómica, creada por una resolución aprobada en la Asamblea General el 24 de enero de 1946. El mandato de la comisión era desarrollar un sistema que controlara la energía atómica y la limitara a su utilización con fines pacíficos. Estados Unidos presentó un plan global para el control internacional de la energía atómica, en el que se incluía un acuerdo para eliminar las propias armas nucleares, así como las instalaciones, una vez que se hiciera operativo un sistema internacional de inspección. La URSS insistió en que Estados Unidos destruyera al punto todas las armas nucleares existentes y se negó a cualquier inspección internacional, aduciendo que esto supondría una violación de la soberanía nacional. Una vez más, las diferencias existentes entre las dos naciones resultaron irreconciliables.
En realidad, las intenciones originales de la Carta nunca han sido llevadas a la práctica. No obstante, el Consejo de Seguridad no se paralizó por completo: fue capaz de resolver disputas, sobre todo gracias a la mediación y a los buenos oficios, en situaciones en las que los intereses de los miembros permanentes, en especial de Estados Unidos y la URSS, convergían. Uno de estos casos fue la retirada neerlandesa de Indonesia en 1949; otro, el fin de la guerra de los Seis Días en 1967. En 1950, sin embargo, surgieron graves diferencias entre las grandes potencias cuando fuerzas de Corea del Norte atacaron Corea del Sur, precipitando así la guerra de Corea.
Corea, que había estado bajo control japonés desde 1905, fue dividida tras la II Guerra Mundial siguiendo el paralelo 38 que atraviesa la península de Corea. Se establecieron dos gobiernos paralelos, uno al norte, respaldado por la URSS, y otro al sur, apoyado por Estados Unidos. Los esfuerzos de la ONU por unificar el país a través de unas elecciones libres fracasaron. Cuando fuerzas norcoreanas atacaron el sur el 25 de junio de 1950, el Consejo de Seguridad consideró el ataque una violación de la paz y exigió la retirada de las tropas norcoreanas al norte del paralelo 38. En otras dos resoluciones, el Consejo estableció un mando de la ONU bajo los auspicios de Estados Unidos y pidió a las naciones miembros que proporcionaran unidades militares que ayudaran a repeler el ataque armado a Corea del Sur.
Había dos elementos poco usuales en el caso de Corea. El primero era la ausencia de la URSS del Consejo de Seguridad. Seis meses antes, el delegado soviético había abandonado el Consejo como protesta por la presencia continuada del portavoz nacionalista en el escaño designado para China, a pesar de la derrota de los nacionalistas y del establecimiento de un gobierno comunista en la China continental. La URSS no estuvo, pues, presente para vetar las medidas del Consejo contra el régimen norcoreano, que contaba con el apoyo soviético. Cuando el delegado soviético volvió al Consejo en el mes de julio, declaró ilegal la acción en Corea, dado que se había emprendido sin el consentimiento de todos los miembros permanentes del Consejo. Estados Unidos replicó que la decisión se había tomado con el acuerdo de aquellos miembros permanentes que se hallaban presentes y que habían participado en la votación. En esta controversia, la URSS realizó una interpretación estricta de las provisiones de la Carta, mientras que la de Estados Unidos fue una interpretación amplia, cada uno motivado por intereses políticos.
Un segundo elemento poco habitual en el caso coreano fue el establecimiento de una unidad militar de la ONU, que era, en verdad, un mando militar estadounidense, compuesto por tropas de 16 estados miembros y de la República de Corea. Como no se había alcanzado ningún acuerdo previo para proporcionar a la ONU fuerzas militares, el Consejo de Seguridad tomó medidas ad hoc, solicitando a Estados Unidos poder utilizar su ya establecida estructura militar como base para las acciones de la ONU.
El conflicto continuó durante más de tres años; se firmó un armisticio el 27 de julio de 1953. Más de 40 años después, el país sigue dividido a pesar de la aceptación por ambas partes del principio de reunificación. Corea sigue siendo un tema pendiente en la agenda de la Asamblea General, aunque se han aprobado resoluciones instando a las dos partes a sustituir el largo armisticio por una paz estable. Tanto Corea del Norte como Corea del Sur fueron, en 1991, admitidas en la ONU.
Una consecuencia importante del conflicto coreano fue la resolución “Unidos por la Paz”. Después de que la URSS volviera al Consejo de Seguridad, Estados Unidos presentó a la Asamblea General una resolución que autorizaba a ésta a tratar casos que amenazaran la paz cuando un veto impidiese la acción del Consejo. Esta resolución, denominada “Unidos por la Paz”, adoptada el 3 de noviembre de 1950, hizo explícita una ampliación de la autoridad de la Asamblea General en materia de paz y seguridad.
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